Todos deberíamos tener una fuerza interior que nos empuje a mejorar permanentemente nuestras condiciones de vida.

Por Pedro Escajadillo. 16 diciembre, 2016.

A veces me pregunto, ¿por qué algunas personas de pocos recursos viven en tan malas condiciones? Acaso el ser pobre implica resignarse y vivir de cualquier manera. Siempre se me viene a la cabeza una expresión que usaba mi abuela: “ser pobre no es sinónimo de ser sucio y descuidado”. Y, es una gran verdad; pero, entonces ¿por qué algunos sectores de la ciudad donde viven familias de escasos recursos tienen que estar en condiciones tan malas? ¿Por qué tienen que convivir con la basura y la desidia?, ¿acaso estas personas no pueden ‘vivir bien’?

Es verdad que el gobierno muchas veces sólo les dota de los servicios básicos (luz, agua y desagüe); pero, ¿y las pistas y veredas?, ¿y los parques y jardines? Acaso, ¿no son estas también cosas básicas para el desarrollo de las personas y su vida en comunidad? En muchos casos son los mismos vecinos que, cansados de esperar la intervención de las autoridades, se organizan y realizan actividades asumiendo ellos mismos el costo y el mantenimiento de estos últimos servicios. Es así que podemos ver muchos casos de calles y sectores de barrios que cuentan con mejores condiciones y se preocupan por mantenerlas.

Esa tampoco es la solución al problema, aunque es una iniciativa muy loable pues nos habla de personas que no se resignan a su suerte. Más allá de su condición económica, y tantas otras limitaciones, asumen con valentía y deseos de superación el reto que implica vivir mejor. Y es que esa debería ser la actitud de cada ciudadano. Todos deberíamos tener una fuerza interior que nos empuje a mejorar permanentemente nuestras condiciones de vida. No solo me refiero a ganar más dinero o vivir en una ‘buena zona’, sino a vivir en las mejores condiciones posibles, más allá de nuestra posición económica o cultural.

Como decía, es una cuestión de actitud y de respeto hacia los demás. Cada uno de nosotros debe contribuir a mejorar nuestra vida en comunidad, respetar y compartir con nuestros vecinos, y mejorar nuestro barrio y nuestra ciudad. No basta con mantenerse indiferentes o no molestar. Debemos comprometernos y contribuir de manera efectiva para intentar ‘vivir bien’.

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